Entrevista a los editores de la revista "Alicia la roja" (1972-1979)
Jorge Lefevre Tavárez (The Puerto Rico Review) entrevistó a Néstor Barreto, Esteban Valdés e Yván Silén, editores de la revista/cartel Alicia la roja (Puerto Rico, 1972-1979).
A petición de uno de los miembros fundadores de Alicia la roja, en lugar de tener una entrevista con el conjunto de los editores, se tuvieron dos encuentros. El primero se dio el viernes, 4 de mayo en casa de Néstor Barreto (calle Alaska, Cupey), con la participación de Néstor y de Esteban Valdés. La reunión: entre libros, objetos, artefactos y discos de rock argentino. El segundo encuentro, con Yván Silén, se dio el martes, 10 de mayo en Café Paraíso, Río Piedras. Como a todos los entrevistados se les había enviado unas preguntas guías de antemano, Yván decidió que, en lugar de la interrogación usual de la entrevista, prepararía su propio texto poético que, a su manera, se enfrentaría a las preguntas sugeridas. Curiosamente, esta entrevista “dual”, de formas y métodos distintos, no solo parece corresponder con las distintas propuestas estéticas de Alicia la roja—distintas aunque siempre transgresoras—sino que también ayuda a hacer hincapié en una serie de elementos que se conjugaron durante la época de Alicia y que ambos textos consideran fundamentales: la situación política, las nuevas lecturas, la cuestión del lenguaje, los cambios en propuestas artísticas, el entrelace de géneros artísticos, las actividades que se daban desde el colectivo y más allá de las páginas de Alicia.
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Parte I: Conversación con Néstor Barreto y Esteban Valdés
Jorge Lefevre: ¿Por qué "Alicia la roja"?
Esteban Valdés: Iván [Silén] fue el que se inventó el nombre de "Alicia la roja".
Néstor Barreto: En ese momento tenía una fiebre con Alicia en el país de las maravillas. Ahora está en el zen, pero en ese momento estaba con Alicia en el país de las maravillas. Incluso el sombrero de copa que utilizaba Iván tenía que ver con Alicia porque tenía que ver con el “Mad Hatter”.
Esteban: Y que le costó trabajo, porque yo recuerdo que Iván tenía el sombrero pero todavía no podía ponérselo, y lo tenía metido dentro de una jaula. Pues un día por fin decidió ponerse el sombrero y echar pa’ alante... Y pues él realmente trajo el nombre de "Alicia la roja". En Alicia, veíamos que, aparte de ser mujer, es una persona que está creciendo en un ambiente que está cambiando continuamente, y ella también se está transformando continuamente.
Néstor: Y a posteriori, cuando estábamos considerando celebrar los 44, 45 años de Alicia la roja, yo quería saber la etimología de “Alicia” y encontré que provenía del griego alétheia, que significa verdad por revelación o desvelo o desocultamiento. Y ese rescate del concepto de Alicia fue por Heidegger en Ser y tiempo, que llegó a la raíz etimológica de la palabra “verdad”.
Lefevre: ¿De dónde vino el impulso de empezar este proyecto?
Esteban: Para entonces lo que había era realmente una revista, pues la más sobresaliente era Guajana, ya súper establecida. Había otra que era Mester, y otras empezaban a pulular por ahí. Iván, desde el comienzo, siempre ha sido uno que le envía sus poemas a todas las revistas habidas y por haber, primero en Puerto Rico y después a escalá: en Chile, en Argentina, quien le pudiera publicar. En las conversaciones que teníamos en la universidad, nos decíamos, “debemos hacer una revista nosotros, porque no tenemos realmente un vehículo de expresión, punto”. La manera más fácil en ese momento, y dados los vínculos con otros amigos que eran artistas y lo que hacían era serigrafías y cosas así, era hacerla a manera de un cartel. Y como había escasos recursos económicos, y realmente escasos recursos de todo, excepto poesía, nos decidimos por eso. Nuestra vinculación con amigos pintores y artistas gráficos nos llevó a ese formato.
Lefevre: Entonces desde el comienzo Alicia la roja se distancia de las revistas que existían anterior a su publicación.
Esteban: Había un distanciamiento, pero no era tanto de amistad, con el grupo de Guajana. Que siempre nos vieron a nosotros como los niños rebeldes que estábamos haciendo tántrums, en términos de que ellos eran los que estaban haciendo la poesía puertorriqueña, tradicionalista, de décimas, poesía social. Por ejemplo, a José Manuel Torres Santiago voy a visitarlo por primera vez allá en Guayanilla y lo primero con que me sale es, “Adiós, ¿pero ustedes no eran los que estaban en contra de nosotros, los de Guajana?”. “¡Nunca hemos estado peleados con ustedes!”
Néstor: Excepto Iván.
Esteban: Ja, exacto, excepto Iván.
Néstor: Iván les decía “los guajanos”.
Esteban: Nosotros es que estábamos en un camino distinto al de ellos.
Néstor: Y también por el ambiente político y estudiantil, que era muy parecido a lo que está pasando en el momento. La guerra. Y la gente viviendo en un rescate de terrenos... ¿Cómo se llamaba aquel sitio?
Esteban: El primero fue en el barrio Pájaros en Bayamón, que fue el rescate grande. Después se hizo el rescate en Villa Margarita, que era aquí en Trujillo Alto.
Néstor: Ahí, pues, se estaba dando una cosa, músicos, poetas, jóvenes, universitarios... Vietnam, rescate de terrenos, universitarios, bofetadas al rector... ¿Cómo se llamaba aquella?... Noelia. Es una atmósfera irreverente completamente, y de rebelión y de hippies, de drogas y de rocanrol. Ah, y música de protesta. Noel, Roy, estaban en su apogeo...
Esteban: Y entonces, en parte, sí, esa era nuestra audiencia, ese era nuestro público. La gente que veía las cosas que hacíamos con agrado. Que también nos motivaban para seguir en esa onda, que ya no era la onda tradicionalista, cultural, de Estudios Hispánicos solamente, universitaria y académica. Era otro tipo de tendencia, mucho más liberal y atrevida. Y a la gente en aquella época le gustaba eso, daba vida... Lo que sucedía era también que dentro de ese concepto político que teníamos, nos declaramos anarquistas. Y dentro de ese anarquismo, no teníamos esa periodicidad que tienen las otras revistas que publican cada tres meses o cada seis meses. Nosotros realmente publicábamos cuando habíamos recogido los poemas o cuando se daba la situación de que pudiéramos hacerlo. Por eso en cierta manera no publicábamos muchos números, sino que tratábamos por lo menos de publicar el próximo. Y así seguíamos. Podía pasar un año, podían pasar dos años, seguíamos con el otro. Pero en términos de cohesividad, como de grupos de amigos, pues seguíamos. Todos nos identificábamos con Alicia, hicimos dos o tres recitales, y cuando estos venían de Nueva York aprovechábamos la temporada.
Lefevre: Dos de los elementos que saltan a la vista cuando uno se enfrenta a Alicia la roja es, claro, su formato como cartel, y la mezcla de poesía y artes visuales.
Néstor: Había alguien que trabajaba en la imprenta de educación que iba a diseñar el original. Ernesto González Akabá, escritor y pintor gráfico. Iba a diseñar el primer número. Pero... ¿se tardó mucho, fue?
Esteban: Sí, mira, lo que pasó fue que fuimos hasta su casa allá en Cataño y él había hecho como un prediseño. Lo único que diseñó fue una nena enseñando los pelos púbicos. Le digo, “coño, está demasiado violento”. Se molestó en ese instante, no le gustó que no aceptáramos su idea, y ahí nos rompió la maqueta, el diseño preliminar. Entonces ahí, pues, qué hacemos. Pilla’os, con que ya teníamos los poemas recogidos. Yo lo que hice fue que tenía una versión de Alicia en el país de las maravillas y recorté las imágenes, porque en aquel tiempo lo que había era recortar y pegar, literalmente. Entonces hice el diseño y lo acomodamos, y pudimos sacar el primer ejemplar [1972]. Fue bastante impactante, a la gente le gustó mucho, y pudimos seguir y publicar. Después quien nos ayudó a diseñar el primer logo fue Eliazim Cruz, “Lacho”, y fue ayudándonos con el segundo cartel e hizo el tercero, el más bonito... Es, como dice Néstor, el medio ambiente. No es lo mismo que otros grupos que lo que hacen es escribir y escribir y escribir y no saben nada de gráfica, de ilustración, de fotografía. Nosotros estábamos en el medio de otra gente que estaba produciendo, haciendo serigrafía, pintando, y eso también como que nos mantenía vinculados a ellos y determinaba la orientación que cogíamos... Y entonces otra cosa que hicimos fue que, por ser cartel desde el inicio, y por la cuestión de la política, nosotros pasquinábamos. Y como estábamos bregando con otros conceptos, de llevar la poesía a la calle, sacarla un poquito de la academia, pues cogíamos el cartel y hacíamos nuestras pasquinadas. Los pasquinábamos en las paradas de guagua, los pasquinábamos en la puerta de la iglesia de Río Piedras, los pasquinábamos en los callejones que hay en Río Piedras. Sacarla, para que la gente pudiera tener eso. Años más tarde uno confirma... Porque, por ejemplo, yo me encuentro con Rafael Acevedo, y Rafa dice, “a mí realmente lo que me impactó fue encontrar poesía pasquinada cuando llego a Río Piedras, esto no es común”. También me pasó con Mario Cancel.
Néstor: Cuando íbamos a Río Piedras, leíamos en el redondel, leíamos en la Plaza Antonia Martínez, hacíamos eventos con Iván, Iván repartía pollitos...
Esteban: Una vez, en Humanidades... Estos, porque yo no, se pintaron la cara de blanco, se encaramaron en el marco ese que hay en el pasillo de Humanidades a recitar sus poemas. Entonces en el medio del cambio de clases soltaron un montón de pollitos a colores. Que cuando la gente salía, “¡Qué es esto! Esta gente recitando, pollitos de colores caminando por los pasillos”... Y eso era algo impactante... ¡Realmente nadie estaba haciendo eso! Y a la vez, vendiendo nuestro cartel por una peseta, algo que todo el mundo tenía en sus bolsillos. Y nos inventamos cosas, porque, por ejemplo, en el segundo número la gráfica del retrato de Alicia salió más pequeña de lo esperado por dificultades técnicas, un poquito más pequeña... Pues uno de los compañeros dice, “vamos a tirarle encima un barniz, pero el barniz con un poco de color”. Entonces hicimos una tirada anaranjadita, verde, azulita, y qué se yo qué, y así nos inventamos como frase publicitaria “Alicia la roja, pero en colores”. Y hacíamos cosas así, un poco distinto de lo tradicional, de los recitales estos que tú te metes y te sientes como en la iglesia donde todo el mundo se sienta calladito... Hacíamos ruido, hacíamos ruido, hacíamos un impacto. Entonces ya sabían que era el grupito de nosotros. Y claro, en seguida los otros compañeros que estaban publicando en otras revistas empezaron a tomar eso como una contestación y una especie de reto. Los más que respetábamos era la gente de Guajana, pero tenían una línea que era de realismo socialista todavía, y nosotros habíamos rebasado eso. Primero por escoger el ícono, el personaje de Alicia, un personaje inglés, que no tiene que ver con la literatura española ni latinoamericana. Ya nada más eso era para pelear. “¡Estos locos!”. De hecho, nos pusieron de epíteto los “anarcolocos” por un tiempo. Manuel Maldonado Denis escribió un artículo en Claridad porque le metimos una crítica al Ateneo Puertorriqueño y en seguida nos tildaron de anarcolocos porque estábamos en contra de la cultura tradicional.
Néstor: Más que todos los otros grupos, también habíamos estudiado poesía en inglés. Traíamos como otro tono, otra... El tránsito, más que semántico, es el tránsito en la estructura, en el pensamiento, que puedes estar varios años en colegios americanos tomando gramática y viendo la estructura como es, con los dibujitos, las gráficas, y llegas a entender, llegas a empezar a pensar.
Esteban: Fíjate, abundando un poquito más sobre ello, teníamos otro compañero, muy buen amigo de nosotros, que era Jorge Morales Santo Domingo. Jorge se crió en una base militar en Panamá. Él realmente se educó en inglés, y parte de sus estudios era en literatura inglesa. Y eso influenciaba. Yo también me crié parte de mi vida en Nueva York. Pues la óptica que uno tiene es distinta, porque ya no es que tú naciste en Aguadilla, te criaste en Aguadilla, te educaron acá todo el tiempo, y después te metiste en Estudios Hispánicos y estudiaste tu maestría, hiciste tu doctorado. Es una óptica bien distinta. De hecho, hablando de óptica, también parte de con quien rivalizábamos, vamos a decir, era con la gente de Ventana. Estaba José Luis Vega, y era de la misma generación que nosotros, pero, como decía, era una óptica distinta en torno a la poesía. La de nosotros era mucho más liberal, mucho más abierta... Lo que predominaba en Humanidades era Europa, y dentro de Europa, lo español. Lo latinoamericano un poquito. Sí, Neruda y Vallejo. Quizás los más cercanos a nosotros eran la gente de Ventana, pero no por mucho tiempo. Realmente rivalizábamos. “Esta gente todavía haciendo estas cosas, eso está atrás”. Y, como señala Néstor, ya nosotros pues no veíamos con prejuicio leer en inglés, no veíamos con prejuicio escribir en inglés. Y aceptábamos esas cosas. Yo recuerdo que una de las primeras discusiones que tuvimos en términos del inglés era, “¿vamos a publicar a Pedro Pietri?” Porque Pedro Pietri escribe en inglés. Aquí nadie publicaba cosas en inglés, punto. Y tuvimos el atrevimiento de publicar algo de Pedro Pietri en inglés. Y esa era la actitud que llevábamos. Y también nos vinculaba con toda esta gente viviendo allá en Nueva York, y muchos con esa mentalidad abierta.
Lefevre: Una cosa impactante cuando uno vuelve a Alicia la roja hoy es que los poetas y artistas que se consideran los más importantes de aquella época transitaron por la revista. Angelamaría Dávila, Yvonne Ochart, Che Meléndes, Servando Echandía, ustedes...
Néstor: Ese es el entorno. El entorno, que yo recuerdo, era La Torre, el restaurante La Torre, en la esquina de la Gándara y la Ponce de León. Ahí había un milieu, una mezcla, de los viejos maestros, como Boquio, y los nuevos, nosotros. Y ellos nos recibían... Y ahí era que se cuajaba eso. Yo creo que ese era nuestro público, esos eran a los que nosotros queríamos impresionar, me da la impresión. Estás describiendo las mesas de al frente de La Torre. Ese era el ambiente de La Torre. Angelamaría en una mesa siempre fija. Che menos, porque Che estaba con Lima.
Esteban: Iván era bien esencial en términos de conseguirnos una que otra pieza y poemas de personas buenas. Néstor en esos tiempos se fue a estudiar a los Estados Unidos. Ahí arrancan. Iván se va a Nueva York y nos deja con el rollo. Pero Iván era importante, primero porque todo el mundo lo conocía. Nosotros éramos realmente desconocidos. A Iván todo el mundo lo conocía y además era bien perseverante, le caía encima a la gente, “danos un poema para la revista que tenemos”. Y así mismo, por ejemplo, en un viaje que dio para acá Eugeni Yevtushenko, Iván se pasó llamándolo por teléfono hasta que lo consigue. “Mira, necesitamos un poema para la revista”, qué sé yo qué, y ahí nos suelta un poema, que ya eso es un avance. Así mismo hizo con otras personas. Cuando estaba en Nueva York conoció a un montón de personas, como a Marta Ferro.
Néstor: Sí, porque él fue el que creó la cultura de la revista. Y todavía tiene revistas en la mente.
Lefevre: ¿Y los vínculos con los poetas en Nueva York se tienen desde el principio?
Esteban: Esas son conexiones de Iván. Cuando esta gente va para Nueva York, conocen a los poetas puertorriqueños que están en Nueva York, que están recitando precisamente en el Nuyorican Café. Estaba Ángel Luis Méndez, que estudió con Iván en la Gabriela Mistral... Y ahí es que llega Pedro Pietri a recitar en el Nuyorican, y siempre Pedro impresionando. Ahí se vincula con nosotros desde el principio...
Lefevre: A 45/46 años después de Alicia, ¿qué creen que es lo más que sorprende hoy y que hay que rescatar de este proyecto?
Néstor: ¡No, lo más que sorprende es que ustedes estén interesados! Se supone que sea un estimulante para hacer un número conmemorativo, pero es bien difícil.
Esteban: Y yo creo que lo mejor de todo ha sido que el grupo que participó aportando cosas a Alicia ha seguido creando y creciendo y mejorándose. Yo, por ejemplo, veo y encuentro unas piezas de Ernesto González Akabá... ¡Rayos! Y veo, como mencionaste anteriormente, que son personas que aportaron al arte. Luz Yvonne Ochart, Luis César, todos nosotros realmente, hemos seguido en esa onda, no nos hemos quitado y hemos seguido produciendo. Y yo creo que el hecho de tener esa continuidad así como parte del grupo, y esa asociación que tenemos desde hace tiempo, es lo que le da vigencia al proyecto, que hace que se mantenga. Y cuando uno tira el nombre al medio, pues todo el mundo responde.
Parte II: Yván Silén
La transcripción de este manuscrito debe complementarse con la lectura del original, incluido en fotos al final de la transcripción, para así poder apreciar los tachones y los distintos colores de tinta utilizados por el autor.
Alicia se conectó a la revelación misma de lo colectivo. El Zen de Alicia es la zeneidad misma. La idea de Alicia venía de los viajes de Iván. La forma de Alicia de los carteles venía de la vulva de Alicia. Es el concepto de la belleza misma. Alicia era los carteles de la poesía y era la poesía de una revista desconocida. Alicia era esquiza. Alicia no sabía cómo conjugarse. Alicia era el boicot a los premios coloniales del Ateneo. (Alicia nos haría libre.) La decisión de Alicia había sido siempre hacerse ella. La decisión de Alicia fue ser Zen: fue manifestarse a sí misma como revelación. Fue ser Juana, fue ser Patmos, fue ser los cuatro jinetes del Apocalipsis. Alicia decidió sentarse en la nada misma.
Alicia la Roja decidió ser comunista y decidió ser rebelde. Alicia fue ser lo alucinante de los que no la conocían. Alicia fue ser el otro. La historia de Alicia era la historia del amor y la historia del escándalo. (Alicia era la nueva poesía: El pájaro loco, Los poemas de Filí-Melé.) Alicia fue la toma de las humanidades, la toma del LSD (los hippies, la marihuana, la presencia de Albizu, los sonetos libres, Mallarmé, el marxismo, la quiebra del nihilismo, José María Lima, lo “extraño”, la angustia, el boicot a los premios coloniales del Ateneo). Fanon, Buda, Rimbaud, Sartre, Genet, Nietzsche, Heidegger, Baudelaire, Cioran —Silén vs. Pietri—, el anarquismo, Matos Paoli, la revolución, la metafísica, el metacristianismo y el suicidio de Cristo.
Alicia vino pues de la esencia misma de la poesía. Alicia vino de lo insospechado del genio. Alicia vino de los viajes de la mezcalina, de las sorpresas y de la muerte. Alicia vino del inconsciente de la ira (Dante: el infierno) y de los sueños. Alicia vino de la madre y de los miedos. Alicia la Roja vino del amor y de lo desgarrante. Alicia vino de la angustia y de la soledad. (Alicia la Roja rodeada, estaba sola.) Alicia vino de la nada y vino del Zen. Alicia vino de la muerte de los transe'jntes de los espejos, de las ratas y de la madre muerta. Alicia vino del suicidio destino y del suicidio de la madre equivodada. Alicia creía en sí misma y no creía en nadie. Alicia vino paradójicamente del nihilismo y de la fe. Alicia vino del ser y del no-ser. Alicia vino de lo no dicho y de lo que no se diría hasta hoy. Alicia vino de la libertá y del asalto a la demokracia colonial. Alicia vino del poeta esquizo y del filósofio nadaísta. Alicia vino del absurdo y vino del Zen. Alicia vino de la ternura y vino de la desesperación, Alicia vino del misticismo, de la sensualidad, del erotismo, del éxtasis, de lo sublime y de la caída. Moroni y yo sentimos piedad por Alicia. Alicia contempló el muérdago de la poesía y bajó a la muerte de ser ella. Alicia es un druida colectivo que no puede filosofar sobre sí misma. Alicia se canta neopoéticamente. Alicia era una canción insospechada. Alicia era “psicótica” y esquizamente ella. Alicia era poetágrafa. Alicia era la psicopatía angustiosa y feliz de la poesía. Alicia era la sospecha y la penumbra. Alicia era la hija de Orfeo y era la hija Yván. Jesús era la zeneidad de anarquista. Y Alicia era la zeneidad de los pasillos de humanidades, de las paredes del corral de las guaguas y de las puertas de las librerías. Alicia la roja y el Poeta del sombrero de copa surgieron enamoradamente. Alicia y el Conde de las Greñas surgieron pasionariamente. El incesto y el suicidio habían surgido diógenes y heráclitamente. Quien ha visto el Zen ha visto la esencia del ser —Alicia es la que acaba de resucitar rojamente. Alicia adverbia. Alicia comenzó a adverbiar comunistamente.